4 ene 2014

Nocturno de la Sangre - La Rueda de la Fortuna -

La Rueda de la Fortuna 
 “El mero hecho de haber nacido, me da derecho a poseerlo todo” 

Bajo la luz de la luna se alzaba imponente uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el hotel Schweizerhof, situado en pleno corazón de la prestigiosa ciudad de Berlín.
Allí, en una suite desde la cual la ciudad parecía una enorme amalgama de bullicio y ruidos estrambóticos que expresaban a la perfección la forma de vida de las gentes que por ella circulaban, se encontraba sentada en un enorme sillón de terciopelo rojo una joven de mirada tranquila y lánguida tez.
Sus largos cabellos dorados vestían suavemente sus hombros y un largo y sedoso vestido carmesí abarrotado de encajes se difuminaba con el entorno.
El rostro de aquella joven esbozó una ligera sonrisa en el instante en el que el pomo de la puerta comenzó a girar lentamente y el tiempo que esta utilizó para emitir un ligero suspiro fue más que necesario para que la gran puerta de la suite comenzara a abrirse.

- Con su permiso, mi señora - Susurró una grave y ajada voz - Lamento de corazón haber tardado más tiempo del previsto, pero la misión resultó ser más costosa de lo que creíamos. No obstante, me complace informarla de que esta ha sido un completo éxito.

Al tiempo que decía estas palabras, Damian atravesó la invisible barrera que separaba el pasillo de la habitación, y con pasos cortos y sosegados se situó a la diestra de su señora dejando aún la puerta abierta.

- Permita que le presente al mayor asesino del mundo, Garret Dardelard. - Clamó Damian al tiempo que extendía su diestra y con ella pedía a la invisible figura que se encontraba en la puerta que se adentrara en la habitación.

Un hombre de aspecto robusto y ataviado con pantalón de tela negro ligeramente ceñido y una chaqueta del mismo color que dejaba entrever una fina camisa blanca de seda entró lentamente por la puerta. Los zapatos de piel de cocodrilo rechinaban ligéramente al contacto con el marmol del suelo y un oscuro sombrero fedora de lana cubría el rostro de aquel extraño invitado.
El hombre alzó su diestra y haciendo ademán de quitarse el sombrero se inclinó ligeramente ante la dama que se encontraba sentada frente a él.

- Es un placer conocerla, Lady Marian, me han contado grandes historias de su persona, algunas fascinantemente macabras . - Dijo al tiempo que en su rostro comenzaba a vislumbrarse una ligera sonrisa.
- ¿Cómo os atrevéis a dirigiros a Lady Marian con tal carencia de modales? . - Clamó Damian.
- Cálmate, Damian. - Susurró Marian al tiempo que se incorporaba y dirigía sus pasos hacia el nuevo invitado. - ¿Así que tú eres el asesino que Damian ha contratado para mí?
- Así es señora, el mejor del mundo - Respondió el hombre con aire altivo.
- Eso lo dudo mucho - Replicó la mujer  - Pero espero que me seas útil.

El rostro de Garret se tornó iracundo durante unos instantes para luego emanar una gran risotada que inundó toda la estancia.

- Ciertamente, los rumores no mentían, sois una señora muy interesante... interesante y temible.
- Señorita, por favor.
- Disculpadme ... señorita. - Dijo Garret mientras inclinaba la cabeza con gran sutileza.

Tras aquella breve introducción Marian indicó a su nuevo camarada que le acompañara hacia el balcón que previamente había abierto Damian, el cual ahora se encontraba en la puerta con los brazos cruzados y la mirada perdida en el infinito.

- ¿Una noche preciosa, no creéis?. - Preguntó Marian al tiempo que acariciaba sus cabellos mecidos por el vierto nocturno
- Sin lugar a dudas - Respondió Garret observando las luces de la ciudad. - Pero no estamos aquí para hablar de la noche.
- Querido Garret, los profesionales como vosotros siempre anteponéis el trabajo al placer ... y es una verdadera lástima. Pero tienes razón . - Dijo Marian dirigiendo la vista hacia la ciudad. - Allí abajo, entre toda esa multitud de deshechos humanos, se encuentra uno aún mayor, un insoportable insecto que debe ser eliminado.

A medida que Marian iba hablando sus facciones pasaban de ser las de una bella dama de la alta nobleza a las de una mujer llena de odio y rabia.

- Seguro que has oido hablar de un sujeto al que en la prensa se le conoce como "La Bestia"
- Así es, tengo todos los datos que necesito y algunos que no necesitaba gracias a su fabuloso mayordomo, intuyo que mi trabajo es darle caza.
- Te pagaré tal como habíamos acordado, cien millones por adelantado y otros cien si me traes su cabeza.

- No habrá problema, tan sólo es una rata escurridiza.

Marian rió levemente al tiempo que se daba media vuelta y volvía a entrar en sus aposentos.

- Si no tienes cuidado, asesino, esa rata podría morderte.

Haciendo caso omiso de las palabras de la joven, Garret se dirigió hacia donde se encontraba Damian, el cual, abriendo la puerta, se disponía a despedir a su invitado.

- Antes de irte, Garret... - Clamó Marian.
- ¿Qué ocurre, señorita ? . - Preguntó este deteniéndose en seco, pero sin girarse lo más mínimo.
- Quiero que seas ... especialmente cruel con él.
- Sus deseos son órdenes... señorita.

La puerta de la suite se cerró suavemente y Marian volvió a tomar asiento.

- Por favor Damian, traeme una copa del mejor vino de la bodega.
- En seguida Lady Marian.
- Han pasado más de diez años, y todo vuelve a comenzar. Qué hermosa ironía del destino.

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