16 dic 2012

La Leyenda de Sir Gallad

Érase una vez, en un reino muy lejano ...

Un jóven doncel sentía que su vida se encontraba llena de desdicha. Como cada noche, aquel muchacho se metía en la cama con la esperanza de conciliar el sueño, y como cada noche, le resultaba imposible dormir más de una o dos horas. Aquella extraña tradición que se había apoderado de su mente poco a poco había empezado a devorarle hasta llevarle a una irremediable locura.

Su padre, un importante noble de la ciudad había traído palacio a los mejores médicos y curanderos de la zona, pero ninguno había sido capaz de averiguar la causa que impedía que el joven pudiera descansar.

Un día, una bruja vestida con un túnica del color de la noche llegó a la ciudad, causando un gran revuelo entre el vulgo, pues todas las personas que habían ido a visitarla habían regresado a casa con una excelente salud por muy extraña que fuera su enfermedad.

Aquellos rumores llegaron a oídos del noble, quien inmediatamente la mandó llamar a pesar de que sus consejeros le habían avisado de que las brujas no eran de fiar y nunca habían conocido a ninguna que diera nada sin pedir algo a cambio de igual o mayor valor.

La anciana entró aquella mañana en el cuarto donde se encontraja el joven recostado, con una terribles ojeras y una tez tan pálida que parecía haber pasado semanas castigado por las frías brumas de las montañas del norte. Tras una larga observación la anciana se dirigió al padre del joven y le dijo .

- Lo que le ocurre a su hijo, señor, es que su alma anhela desesperadamente ser libre, pero su mente, prisionera bajo los gruesos muros de este palacio se niega a concedérselo, y tiene miedo de que, si en algún momento esta llegara a soñar, se perdiera para siempre en los confines de la imaginación y nunca más regresara a donde cree que debe estar.

Al principio el noble no comprendió esta frase, pensaba que no eran más que las divagaciones de una anciana descarriada y ordenó que la expulsaran del palacio y de la ciudad.

A los pocos días, tal y como la anciana había dicho, el joven cayó presa de un profundo sueño del que no despertó a la mañana siguiente, ni a la otra ... Pasaron los días, las semanas y el padre angustiado envió a su mejor caballero, Sir Gallad, a buscar a la anciana y traerla de vuelta.

El caballero ensilló su vigoroso corcel y cogió los sacos de oro que le habían dado para su misión, uno para el viaje y otro para la anciana a cambio de que regresara y trajera de vuelta a su amado hijo.

Las noches se sucedían mientras Sir Gallad buscaba el paradero de aquella desconocida, la fortuna se iba gastando y el tiempo cada vez iba siendo un adversario más duro.
Tras dos intensas semanas de búsqueda, cuando el caballero hubo perdido ya toda esperanza el suave fluír del agua le sacó de sus pensamientos y decidió que debería dejar por un momento su deber y centrarse un poco en su propia persona. Lo primero que debería hacer era darse un buen baño, pues hacía días que no había derramado agua sobre su cuerpo salvo para beber y a fin de cuentas,parte del deber de un caballero también es dar una impresión elegante en honor a aquel a quien sirve.

Con esta idea en mente ató su caballo a un árbol cercano, se quitó la armadura y se dispuso a darse un baño junto a una cascada que fluía no muy lejos de donde se encontraba. Mientras se aseaba una suave melodía llegó a sus oídos, una voz dulce y melancólica que trajo a su mente los recuerdos más felices de su infancia. Esbozando una mueca de sonrisa de forma subconsciente, comenzó a nadar en la dirección de la cual provenía ese sonido, y tras unos matorrales pudo observar ensimismado como una hermosa joven estaba dando de comer a una pareja de ciervos recién nacidos mientras entonaba la canción que tanto había llamado su atención.

Intentando hacer el menor ruido posible volvió a toda prisa a donde se encontraba su ropa, se la puso de nuevo, montó en su caballo y, rodeando la cascada llegó hasta el lugar donde había escuchado cantar a la joven, no obstante ese lugar estaba vacío, tanto la misteriosa dama como la pareja de ciervos se había ido y en su lugar sólo un poco de tierra revuelta y los restos de pisadas de los animales ayudaron a Sir Gallad a creer que ese encuentro no había sido producto de su imaginación.

Confundido y atormentado el caballero continuó su camino hasta que llegar a un frondoso bosque cubierto por la niebla.
El caballo se resistía a dar un paso más por mucho que él insistiera en continuar avanzando así que no tuvo más remedio que continuar su viaje a pie.
Pocos minutos habían pasado, aunque a él le parecieron varias horas, pues preso de la más absoluta oscuridad su noción del tiempo se había visto completamente distorsionada.
El caballero vislumbró una tenue luz en la profundidad de aquella noche, y sus pies, guiados por una fuerza invisible e incontrolable corrieron en aquella dirección.
La luz provenía de las llamas que calentaban un enorme caldero rojo junto al cual, la anciana que llevaba semanas buscando se encontraba machacando varios tipos de hojas, raíces y restos de animales.

Sin apenas aliento Sir Gallad extendió su diestra mostrando la bolsa de monedas de oro que su señor le había entregado y pidiéndole que por favor regresara al castillo para sanar al joven señor.

La anciana negó con la cabeza diciendo que ella ya nada podía hacer por aquel pobre muchacho, pues el frío mundo en el que había crecido había destrozado tanto su mente y su alma que estos se negaban a volver de nuevo a aquellas paredes y preferían las libertad eterna del mundo de los sueños.

Sir Gallad, desilusionado, dejó caer la bolsa de monedas de oro, cuyo sonido se extendió por todo el bosque , desvaneciéndose poco a poco del mismo modo que lo harían las esperanzas de su señor cuando supiera de la terrible noticia.

Cuando se disponía a girarse para partir de nuevo a su hogar la anciana le dijo una última cosa . - Si consigues encontrar algo que para el muchacho sea más importante que el mundo en el que ahora se halla sumido tal vez, sólo tal vez, puedas hacerle regresar, no obstante, si lo consigues, serás el primero, pues nunca nadie ha logrado encontrar nada de este mundo en decadencia que merezca la pena tanto como para hacer regresar a una persona de su propio paraíso.

Estas palabras dieron un atisbo de esperanza al caballero, que tras salir de aquel bosque decidió continuar su búsqueda, esta vez en aquello que fuera lo más importante para una persona como el joven señor.

Hizo noche nuevamente en el bosque y durante ese tiempo un extraño sueño se apoderó de él. Soñó que caía en un abismo oscuro, que todos sus miedos cobraban vida, soñó que se encontraba solo y desprotejido, y como un inmenso manto de oscuridad comenzaba a apoderarse de él, entonces una suave voz se alzó entre sus gritos de desesperación, una voz cálida y placentera, una voz que le resultaba vágamente familiar y que poco a poco estaba disipando todo resquicio de oscuridad que quedara en su mente.

Instantes después despertó, cubierto de su propio sudor y con el corazón latiéndole de un modo exacerbado, pero con una sonrisa de satisfacción en su cara, pues había encontrado aquello que podía salvar al joven señor, o eso es lo que creía, pues si ella no lo lograba, no sabía qué más podía hacer.

Así pues, con un nuevo objetivo en mente, se dispuso a buscar a la joven de la cascada con todo su afán.

Los días se sucedían y la joven no aparecía, cada vez la idea de que aquello no hubiera sido más que una mala pasada de su imaginación cobraba más fuerza y el deseo de regresar de nuevo al hogar diciendo que no había sido capaz de cumplir su cometido era más y más fuerte, pues hacía tiempo que había gastado todas sus provisiones y el resto de monedas lo guardaba para el arduo viaje de vuelta.

Lo había probado todo, llamar a la misteriosa joven a gritos, esperar de nuevo en las frías aguas de la cascada varias horas, dormir en la zona donde la había creído ver, pero nada había dado resultado, al parecer esa misteriosa joven no era más que un producto de su imaginación.


Dejándose caer del caballo, con la vista ya nublada por el hambre y los labios secos y cuarteados escuchó unos pasos no a lo lejos, parecían varias personas y a juzgar por el sonido cada vez más fuerte de estos, se estaban acercando.

Se incorporó lo más rápido que su condición le permitió y con el tiempo justo para ver que aquellos pasos provenian de tres individuos de aspecto desgarbado y espadas oxidadas que mostraban sonrísas macabras y desdentadas.

Alzando su espada ofreció a su señor esta batalla y se lanzó hacia ellos con furia.

La primera sangre la provocó él, clavando su espada en el costado del hombre que se encontraba en frente mientras los demás intentaban rodearle. A juzgar por su forma de blandir las armas no eran más que salteadores de poca monta, pero incluso así en las condiciones en las que se encontraba no podía permitirse el más ligero descuido.

Mientras el primero se llevaba las manos al costado presa del dolor y gritaba desconsolado, el que se había acercado por la derecha lanzó una estocada con fuerza hacia el hombro del caballero, que no logró dar en su objetivo más de lo que un borracho habría atinado a una mosca a cien metros.

Con un rápido movimiento de muñeca ambos filos chocaron y la espada burda y desgastada del salteador salió volando por los aires. Presa del pánico este emprendió la huída mientras el tercero, un poco más diestro que su compañero ofrecía mucha más resistenciaa, aunque no la suficiente para un caballero adiestrado desde su más tierna infancia en el arte del combate, así pues, a los pocos minutos, el asaltante que quedaba en pie se unía en carrera a su compañero, y menos mal que así fue ya que de otro modo hubiera escuchado el rugir del acero atravesando la piel y la carne del caballero por aquel que en un principio creía muerto.

Con los ojos completamente abiertos Sir Gallad se giró lentamente sólo para ver como su atacante caía al suelo inerte esbozando una mueca de satisfacción.

Gravemente herido, hambriento, sediento, cansado y sin haber cumplido su cometido, Sir Gallad sabía que este era el final de su viaje y se maldijo a sí mismo por no haber sido capaz de salvar al joven maestro.

Cuando la vista, el olfato, el tacto y el gusto le hubieron abandonado, escuchó una suave melodía que provenía de algún lugar de su mente, la misma que tiempo atrás le hubo traído recuerdos de su infancia, esta vez le mostraba recuerdos del tiempo que había pasado con el joven maestro, jugando, riendo, entrenando... creciendo con él.

Sus ojos comenzaron a vislumbrar figuras opacas y borrosas, siluetas ondeantes bajo los finos haces de luz de la mañana y una figura comenzó a tomar forma. Era la figura de la joven anteriormente había visto junto a la cascada, era real, se encontraba sentada junto a su cuerpo acariciando su cabello y cantando una hermosa melodía.

Sir Gallad sabía que no le quedaba mucho tiempo y con las últimas fuerzas que pudo reunir explicó a la joven el motivo de su viaje, le entregó la bolsa de monedas de oro y le pidió un único y último favor.

Tras esto el noble caballero cerró los ojos y se adentró lentamente en el mundo de las sombras.

[...]

- Han pasado varios años desde aquel suceso hijo mío, y del mismo modo que mi padre me contó a mí esta historia años atrás en esta fecha tan señalada, yo te la cuento hoy a ti ahora, que eres lo suficientemente mayor como para poder comprenderla. Por eso, cada año, en estas fechas se celebra el día en honor a Sir Gallad, un leal caballero y un modelo a seguir cuyo valor y determinación salvaron la vida de tu abuelo, y por eso se yergue en la plaza central esa enorme estátua en su honor, para recordarnos a todos que el verdadero valor de un caballero no se mide por el número de enemigos caídos en el campo de batalla sino por el tiempo que su nombre perdura en el mundo tras su muerte.

20 mar 2012

El Ocaso de las Almas


Antares

La fragua ruge, la espada está hambrienta, y la sangre seca ya no le sacia. Los resquicios de las vidas derramadas en el campo de batalla ahora se evaporan sobre el acero. Creando una nube ocre el hedor se mezcla con el humo de las llamas haciendo el aire irrespirable.

[...]

Pasan las horas y las gotas de sudor que se deslizan suavemente por su frente se evaporan a escasos centímetros del suelo, el calor es insoportable, las pupilas hace tiempo que han enrojecido y sus fosas nasales exhalan el aire a duras penas.

Pero a él no le importa, continúa con la mirada firmemente clavada en el candente acero, martilleando la hoja que tantas veces le ha salvado la vida.

Como una marioneta movida por unos hilos invisibles sus golpes son constantes, secos, firmes... Su mente se evade a épocas pasadas, épocas de guerras, épocas se sangre...

En las que en el filo de su espada se reflejaba el ardor del sol, y los cadáveres de sus enemigos se contaban por miles; donde una historia destacaba sobre todas las demás en la época en la que se forjaron las leyendas.

Ira Tenax

Fuego... El sujerente baile de las llamas las mecía de un lado a otro con suavidad, al tiempo, estas intentaban sin éxito acariciar las jóvenes manos que se extendían junto a la hoguera.

Un crujido estridente seguido de varios más secos y rápidos atrajo la atención del anciano que se encontraba sentado en una vieja silla de madera a escasos metros del calor de la lumbre.
Este observaba como el joven clavaba sus ojos en la brillante espada colgada junto a la puerta.

Una ligera sonrisa cargada de picardía asomaba de su rostro al tiempo que tragaba saliva para aclarar la voz, pues había contado aquella historia decenas de veces a su nieto, pero él siempre quería volver a escucharla.

La rústica habitación, escasamente decorada, era fría, amplia y silenciosa, y la tenue luz de la hoguera apenas alcanzaba a iluminar un pequeño rincón de la estancia.
No obstante esa tenue luz era más que suficiente para aquel hombre y su joven nieto, pues las historias que se han convertido en leyenda siempre se escuchan mejor cuando se cierra los ojos al mundo real y se abren al mundo de la imaginación.
Esta es una de ellas.

[...]

" Un día tuve una visión, vi una gran montaña bañada por la luz de la luna, y en su cima, acariciando el cielo con su espada se encontraban los ejércitos del mundo montados sobre sus corceles, gobernando los cuatro vientos y clamando al unísono el despertar de un nuevo mundo.

Un día tuve un sueño, soñé con un gran lago de cristal que reflejaba las sombras de los caídos, estos anhelaban desesperados volver a la vida, alzarse nuevamente y volver a luchar por sus sueños.

Ambos lugares tenían una cosa en común, una columna de llamas que atravesaba la tierra, se hundía en lo más profundo del infierno y nacía nuevamente en el extremo opuesto del globo, juntos formaban una inmensa cruz ardiente que no se extinguiría jamás, esa cruz guardaba en su interior el alma de cada uno de los guerreros, tanto de los vivos como de los muertos.

Un día tuve una revelación, vi el mundo bañado por las sombras, por las almas errantes,  las ánimas de medianoche, los espectros y los Wargol. Reclamaban el mundo de los vivos para sí, para sus odios, sus pecados, sus temores... "

Más cuarenta años duró aquel infierno, sí, infierno es la palabra más adecuada para una guerra en la que se enfrentaron los vivos y los muertos.
 
Una guerra en la que un aliado caído se convertía en un enemigo más.
Enfrentando a hermanos contra hermanos, padres contra hijos devorados por las bestias del abismo que habían regresado de la muerte para llevarse consigo a sus progenitores .

Todavía muchos de nosotros nos preguntamos como pudieron ganar aquella guerra, pues parecía que el destino les había dado la espalda y la raza humana estaba condenada a su extinción.

Fue por una mujer, la esposa de un soldado que acababa de partir al campo de batalla y que todas las noches rezaba por su amado y por el hijo que estaba a punto de nacer.

Pasaron los días, las semanas, los meses, y su amado no regresaba, la mujer no pudo soportarlo más y fue en su busca,se adentró en tierras yermas, atravesó páramos bañados en sangre y atestados de bestias hambrientas, llegó hasta las primeras lineas de combate sin un sólo rasguño.


Donde otros soldados caían por decenas ella permanecía en pie con la mirada perdida en el horizonte y clamando en su mente el nombre de su esposo.

Los espectros al verla huían desparovidos, las ánimas se estremecían y sus chillidos llegaban hasta el firmamento.
Tan sólo una figura permaneció en pie junto a ella, era su esposo, ahora un cadaver en descomposición que vagaba sin rumbo consumiento todo cuando tuviera vida.

Sus miradas cruzaron, sus corazones se cruzaron y aquel hombre cayó al suelo inherte. La mujer al observar tan desgarradora escena rompió a llorar, sus lágrimas se filtraron en la tierra y de los restos de aquella tierra bañada por el amor, el dolor,la ira y la desesperación surgió el alma de un valeroso guerrero, que empuñando una brillante espada cargó contra las hordas del mal infringiendo un daño superior al que todos los soldados habían logrado durante todos aquellos años.

Los espectros se lanzaban blandiendo sus garras y dientes, las ánimas intentaban entrar en su mente y volverle loco, los wargol rugían y le embestían con toda su furia, pero todos acaban muriendo, el alma de aquel soldado estaba enfundada en un halo de esperanza irrompible.

Entonces el milagro ocurrió,los guerreros soltaron sus armas y comenzaron a rogar por sus seres amados, sus padres, sus hijos, sus hermanos... Todos se alzaron de nuevo para proteger el mundo por el que en vida lo habían dado todo y los ejércitos de la oscuridad se vieron obligados a regresar a las tinieblas.

Cuando aquella gran batala que estremeció el mundo hubo acabado cada uno de los espíritus regresó a la tierra que le vió nacer,y los vivos, dando gracias en silencio, entonaron cantos de gloria en su nombre.

¿ Cómo sé que esa leyenda es real ? Mi padre era el fruto del amor de esa mujer y su esposo,
y esta espada es el legado de mi abuelo, que aún brilla como el primer día...

Requiem

- Pero abuelo ... - Le interrumpió el nieto con la mirada puesta en la espada.
- Qué ocurre, hijo mío ?
- La espada ... se está rompiendo....

Un enorme chasquido seguido de un estrepitoso golpe en el suelo levantó al anciano del golpe de la silla, el cual se acercó lo más rápido que pudo a la espada que ahora se encontraba partida por la mitad con la punta clavaba en el suelo de la estancia y el mango colgado a duras penas de la cuerda que la sujetaba.
Sus manos temblorosas se negaban a coger aquel pesado trozo de metal, y su voz, ahora entrecortada se había convertido en un incomprensible balbuceo.

Un grito gutural al otro lado de la puerta despertó a ambos de su ensimismamiento, en el cual una pútrica mano atravesó con fuerza la frágil puerta de madera que les separaba del mundo exterior.
Los gritos se perdieron en la noche, se mezclaron los los otros cientos de gritos de aldeanos aterrados y gruñidos incomprensibles de feroces bestias del inframundo.

Entre toda aquella masacre tan sólo se alcanzaron a oír los jadeos de un chiquillo que corría desesperado colina abajo llevando consigo dos pedazos de metal, presa del más absoluto terror.

FIN

9 mar 2012

El Llanto de las Estrellas





Os voy a contar una historia, en ella no intervienen trepidantes aventureros ni fantásticos seres mágicos, tampoco hermosas doncellas ni grandes nobles .

La única protagonista de este humilde relato es una niña llamada Celes, que vivía junto a sus padres, ambos cazadores, en una pequeña cabaña en el bosque. Cada noche miraba el cielo asombrada por las resplandecientes luces que este desprendía y deseaba con todas sus fuerzas poder llegar algún día a tocar aquellos tesoros celestes.

Una tarde en la que sus padres habían salido a buscar provisiones, un fuerte viento entró por la ventana y apagó la lumbre, dejando a la niña a oscuras en la cabaña la cual, sin el calor que el fuego la proporcionaba, pensó que aquella tarde ya no tenía motivos para permanecer allí. Así que sin más ropa que un ligero abrigo del color de la nieve, la pequeña abrió la puerta y comenzó a caminar hacia el interior del bosque.

A cada paso sus pies parecían más y más pesados y su cuerpo inconscientemente luchaba por permanecer quieto hasta el punto que la pequeña no pudo soportar el cansancio y se dejó dormir a los pies de un gran árbol.

Habían pasado pocas horas cuando Celes comenzó a abrir lentamente los ojos, la noche ya se extendía hasta donde alcanzaba la vista y el frío comenzaba a hacer mella en su delicado y pequeño cuerpo.

Después de levantarse y continuar caminando, la pequeña llegó hasta un claro donde misteriosamente las estrellas del cielo que siempre había deseado alcanzar se encontraban.

Inmóviles y pacientes, con un brillo tenue y siniestramente bello, esperando ser observadas por alguien, aquellos pequeños puntos luminosos iban ensanchándose a medida que la niña avanzaba hacia ellos con lentitud y nerviosismo, intentando no hacer demasiado ruido para no asustarlas.

Cuando se hubo acercado lo suficiente extendió la mano con la intención de coger una de las misteriosas luces que allí se encontraban. No obstante, lo único que logró fue difuminar todas las luces, cuyo reflejo descansaba en aquel pequeño estanque.

Con un suspiro, la pequeña levantó la cabeza hacia el cielo una vez más y mientras una lágrima comenzaba a nacer lentamente en su ojo derecho, se preguntaba si realmente era posible lograr alcanzar su sueño.

Poniéndose de nuevo en pie, dos luces provenientes de los árboles atrajeron la atención de la pequeña, la cual comenzó a caminar hacia ellas.

Las luces se movían al unísono y lentamente, deslizándose entre los arbustos, mientras la niña no dejaba de mirarlas fijamente. Su sueño por fin se vería cumplido, alcanzaría la luz que tanto deseaba- Quería tocarla, sentir su calor...

Las luces se lanzaron fugazmente hacia ella mientras la pequeña esperaba con los brazos extendidos poder agarrarlas, estaba ansiosa por tener en sus manos aquello que llevaba deseando toda la vida.

Cuando las luces estuvieron lo suficientemente cerca, Celes pudo darse cuenta, aquello que las luces reflejaban era su propio reflejo. Con los ojos completamente abiertos y la mirada fija, se vio a si misma en un fondo completamente oscuro, y entonces lo comprendió.
Lo que tanto deseaba, aquello que quería alcanzar con todas sus fuerzas, hacía tiempo que lo tenía. La luz que deseaba poseer era su propia luz, una luz que había latido siempre en su interior, pero sus ojos, puestos en el mas allá no habían logrado ver.

Y por primera vez la pequeña, bañada en un mar de sangre, fue realmente feliz, al saber que su deseo se había realizado.

7 mar 2012

Ira


Una página en blanco, un día más a la espera, y sin embargo... la ilusión por escribir sobre aquellos resquicios de la historia ha desaparecido.

La gélida brisa invernal invade la habitación y merodea a su libre albedrío, colándose por cada recoveco de la estancia, ella es libre, no le ata ningún tipo de cadena... envidio al aire.

Cierro los ojos y no veo oscuridad, no consigo vislumbrar el fondo del abismo de mi alma, hay demasiadas turbulencias, demasiados recuerdos, demasiadas vivencias... más de las que hubiera deseado.

Dicen que tienes que experimentar el dolor para aprender a superarlo, a ser más fuerte, a desarrollarte como persona.
El dolor, ese punto de inflexión en el que todo humano dista, nadie desea el dolor para sí, nadie desea el dolor para sus seres queridos, y sin embargo, estamos rodeados de dolor.

[ ... ]

Las pensamientos se suceden, es un mar de caos, una vorágine de desesperación que me obliga a abrirlos, y lo hago únicamente porque la realidad es mi evasión, porque el mundo real está tan podrido a mi alrededor que me consuela saber que mi interior no es lo peor a lo que me tengo que enfrentar.

De mis ojos abiertos nacen dos lágrimas que, plañideras, se derraman lentamente sobre un mundo para las cuales no son más que dos insignificantes gotas en un mar de infinito dolor... y duele tanto, que asusta.

Miro el frío acero oxidado de una hoja que antaño fue bañada en gotas rubí, y evocando un pasado de muerte me pregunto si hemos elegido el camino correcto.

Me siento perdido, atrapado en una época que no es la mía, en un mundo que no es el mío, en un camino que no deseo recorrer, pero unos gruesos eslabones me aprisionan y queman mi carne. Esta cárcel de piedra me ahoga, ese continuo ruido infernal taladra mis oídos y altera mi percepción, ese olor a decadencia me asfixia y sólo deseo gritar, gritar a un mundo que ha perdido la cordura en pos del placer, a un mundo que está muerto y mata a todo cuanto se acerca a él.

La historia ha creado monstruos, abominaciones que han dejado de lado todo atisbo de lo que representaba el ser humano, de lo que representaba el ser vivo, para convertirse en espectros andantes, hambrientos insaciables, lúgubres cárceles de carne podridos por dentro... y ellos son nuestro modelo a seguir.

¿Que cabe esperar de un mundo así?

...

6 mar 2012

Agradecimientos


A todas aquellas personas que disfrutan con las historias, los cuentos y las leyendas.
A todos aquellos que han sido artífices de la creación de un mundo más allá de este mundo.
A todos aquellos que con sus sueños, esfuerzos y perseverancia han hecho que la fantasía cobre vida.
A todos vosotros … gracias de corazón.

Preludio

Antes de comenzar con una tediosa introducción que narre el cometido de este blog, me gustaría hablar de la persona que lo ha creado. La conocí hace mucho tiempo, ventiseis años a día de hoy, y el cual tengo el honor de presentaros. 


Si bien siempre sintió curiosidad por los entresijos y la magia que ocultaban las palabras. No fue hasta avanzada edad, que comenzó a hacer sus primeras cabriolas con aquellas que ahora considera amigas inseparables.

Sus primeros escritos se debieron principalmente a la influencia de la sociedad actual, en la cual no se sentía cómodo, y buscó un lugar más acorde con su forma de ver la vida en los libros de fantasía. 
Ellos muchas veces fueron sus amigos, sus tesoros, a veces, incluso su obsesión. Concretamente la saga de R.A. Salvatore " El Elfo OScuro " llegó a entusiasmarle tanto, que varias noches las pasó en vela embelesado por la belleza de las palabras que aquellas páginas encerraban, y anhelando algún día, ser capaz de dar vida a un mundo tan enorme e intenso como el que en aquel momento descubrió.

Pasó el tiempo, y su pluma (al igual que su teclado) se fue desgastando, narrando un sinfín de aventuras, y creando nuevos y singulares mundos. 

Esta es una pequeña muestra de aquello que siempre estuvo guardado en lo más prondundo de su alma, que pugnaba por escapar de las garras de la imaginación de un solo ser y pasar a formar parte de la historia de muchos.

He aquí, una de las pruebas de su existencia.