20 mar 2012

El Ocaso de las Almas


Antares

La fragua ruge, la espada está hambrienta, y la sangre seca ya no le sacia. Los resquicios de las vidas derramadas en el campo de batalla ahora se evaporan sobre el acero. Creando una nube ocre el hedor se mezcla con el humo de las llamas haciendo el aire irrespirable.

[...]

Pasan las horas y las gotas de sudor que se deslizan suavemente por su frente se evaporan a escasos centímetros del suelo, el calor es insoportable, las pupilas hace tiempo que han enrojecido y sus fosas nasales exhalan el aire a duras penas.

Pero a él no le importa, continúa con la mirada firmemente clavada en el candente acero, martilleando la hoja que tantas veces le ha salvado la vida.

Como una marioneta movida por unos hilos invisibles sus golpes son constantes, secos, firmes... Su mente se evade a épocas pasadas, épocas de guerras, épocas se sangre...

En las que en el filo de su espada se reflejaba el ardor del sol, y los cadáveres de sus enemigos se contaban por miles; donde una historia destacaba sobre todas las demás en la época en la que se forjaron las leyendas.

Ira Tenax

Fuego... El sujerente baile de las llamas las mecía de un lado a otro con suavidad, al tiempo, estas intentaban sin éxito acariciar las jóvenes manos que se extendían junto a la hoguera.

Un crujido estridente seguido de varios más secos y rápidos atrajo la atención del anciano que se encontraba sentado en una vieja silla de madera a escasos metros del calor de la lumbre.
Este observaba como el joven clavaba sus ojos en la brillante espada colgada junto a la puerta.

Una ligera sonrisa cargada de picardía asomaba de su rostro al tiempo que tragaba saliva para aclarar la voz, pues había contado aquella historia decenas de veces a su nieto, pero él siempre quería volver a escucharla.

La rústica habitación, escasamente decorada, era fría, amplia y silenciosa, y la tenue luz de la hoguera apenas alcanzaba a iluminar un pequeño rincón de la estancia.
No obstante esa tenue luz era más que suficiente para aquel hombre y su joven nieto, pues las historias que se han convertido en leyenda siempre se escuchan mejor cuando se cierra los ojos al mundo real y se abren al mundo de la imaginación.
Esta es una de ellas.

[...]

" Un día tuve una visión, vi una gran montaña bañada por la luz de la luna, y en su cima, acariciando el cielo con su espada se encontraban los ejércitos del mundo montados sobre sus corceles, gobernando los cuatro vientos y clamando al unísono el despertar de un nuevo mundo.

Un día tuve un sueño, soñé con un gran lago de cristal que reflejaba las sombras de los caídos, estos anhelaban desesperados volver a la vida, alzarse nuevamente y volver a luchar por sus sueños.

Ambos lugares tenían una cosa en común, una columna de llamas que atravesaba la tierra, se hundía en lo más profundo del infierno y nacía nuevamente en el extremo opuesto del globo, juntos formaban una inmensa cruz ardiente que no se extinguiría jamás, esa cruz guardaba en su interior el alma de cada uno de los guerreros, tanto de los vivos como de los muertos.

Un día tuve una revelación, vi el mundo bañado por las sombras, por las almas errantes,  las ánimas de medianoche, los espectros y los Wargol. Reclamaban el mundo de los vivos para sí, para sus odios, sus pecados, sus temores... "

Más cuarenta años duró aquel infierno, sí, infierno es la palabra más adecuada para una guerra en la que se enfrentaron los vivos y los muertos.
 
Una guerra en la que un aliado caído se convertía en un enemigo más.
Enfrentando a hermanos contra hermanos, padres contra hijos devorados por las bestias del abismo que habían regresado de la muerte para llevarse consigo a sus progenitores .

Todavía muchos de nosotros nos preguntamos como pudieron ganar aquella guerra, pues parecía que el destino les había dado la espalda y la raza humana estaba condenada a su extinción.

Fue por una mujer, la esposa de un soldado que acababa de partir al campo de batalla y que todas las noches rezaba por su amado y por el hijo que estaba a punto de nacer.

Pasaron los días, las semanas, los meses, y su amado no regresaba, la mujer no pudo soportarlo más y fue en su busca,se adentró en tierras yermas, atravesó páramos bañados en sangre y atestados de bestias hambrientas, llegó hasta las primeras lineas de combate sin un sólo rasguño.


Donde otros soldados caían por decenas ella permanecía en pie con la mirada perdida en el horizonte y clamando en su mente el nombre de su esposo.

Los espectros al verla huían desparovidos, las ánimas se estremecían y sus chillidos llegaban hasta el firmamento.
Tan sólo una figura permaneció en pie junto a ella, era su esposo, ahora un cadaver en descomposición que vagaba sin rumbo consumiento todo cuando tuviera vida.

Sus miradas cruzaron, sus corazones se cruzaron y aquel hombre cayó al suelo inherte. La mujer al observar tan desgarradora escena rompió a llorar, sus lágrimas se filtraron en la tierra y de los restos de aquella tierra bañada por el amor, el dolor,la ira y la desesperación surgió el alma de un valeroso guerrero, que empuñando una brillante espada cargó contra las hordas del mal infringiendo un daño superior al que todos los soldados habían logrado durante todos aquellos años.

Los espectros se lanzaban blandiendo sus garras y dientes, las ánimas intentaban entrar en su mente y volverle loco, los wargol rugían y le embestían con toda su furia, pero todos acaban muriendo, el alma de aquel soldado estaba enfundada en un halo de esperanza irrompible.

Entonces el milagro ocurrió,los guerreros soltaron sus armas y comenzaron a rogar por sus seres amados, sus padres, sus hijos, sus hermanos... Todos se alzaron de nuevo para proteger el mundo por el que en vida lo habían dado todo y los ejércitos de la oscuridad se vieron obligados a regresar a las tinieblas.

Cuando aquella gran batala que estremeció el mundo hubo acabado cada uno de los espíritus regresó a la tierra que le vió nacer,y los vivos, dando gracias en silencio, entonaron cantos de gloria en su nombre.

¿ Cómo sé que esa leyenda es real ? Mi padre era el fruto del amor de esa mujer y su esposo,
y esta espada es el legado de mi abuelo, que aún brilla como el primer día...

Requiem

- Pero abuelo ... - Le interrumpió el nieto con la mirada puesta en la espada.
- Qué ocurre, hijo mío ?
- La espada ... se está rompiendo....

Un enorme chasquido seguido de un estrepitoso golpe en el suelo levantó al anciano del golpe de la silla, el cual se acercó lo más rápido que pudo a la espada que ahora se encontraba partida por la mitad con la punta clavaba en el suelo de la estancia y el mango colgado a duras penas de la cuerda que la sujetaba.
Sus manos temblorosas se negaban a coger aquel pesado trozo de metal, y su voz, ahora entrecortada se había convertido en un incomprensible balbuceo.

Un grito gutural al otro lado de la puerta despertó a ambos de su ensimismamiento, en el cual una pútrica mano atravesó con fuerza la frágil puerta de madera que les separaba del mundo exterior.
Los gritos se perdieron en la noche, se mezclaron los los otros cientos de gritos de aldeanos aterrados y gruñidos incomprensibles de feroces bestias del inframundo.

Entre toda aquella masacre tan sólo se alcanzaron a oír los jadeos de un chiquillo que corría desesperado colina abajo llevando consigo dos pedazos de metal, presa del más absoluto terror.

FIN

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